Vivimos enfocados en aspiraciones profesionales, obligaciones familiares, exigencias económicas o autoexigencias personales que nos obligan a apretar el acelerador para poder “llegar a todo” pero que nos aleja poco a poco de nosotros mismos. De aquello que nos conecta con nuestras necesidades reales. Con nuestra esencia.
Con el tiempo, surge alguna que otra molestia a la que no hacemos demasiado caso. Hablamos de ellas como si fueran parte de nosotros. Las hemos normalizado...
Pero llega un día que, sin saber cómo ni por qué, aparece una molestia más fuerte que llamamos dolor y que limita o entorpece nuestras actividades diarias. Y entonces ¿Qué hacemos? Fácil respuesta: Lo eliminamos sin más. ¿Cómo? Mediante analgésicos y antiinflamatorios. ¿Durante cuánto tiempo? Dependerá del tiempo que funcionen sus efectos. Un mes, seis meses, un año… Y habremos pasado todo ese tiempo sin tratar la raíz o causa del dolor favoreciendo inevitablemente su cronificación y disminuyendo las posibilidades de curación.
En ACUalivia sabemos que el dolor no es únicamente algo molesto que hay que “borrar”. Para la Medicina China, el dolor es el lenguaje que utiliza el cuerpo para comunicar algún tipo de desarmonía en su interior. Sus características, síntomas acompañantes, aparición, localización o intensidad, entre otros, son de gran importancia a la hora de determinar el diagnóstico y el tratamiento a aplicar.
Los tratamientos en ACUalivia tienen pues una doble función: tratar el dolor reduciéndolo o eliminándolo según el caso y devolver la armonía al desequilibrio interno causante del mismo.